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martes, 13 de diciembre de 2011

EDUCACIÓN INTERCULTURAL


Hoy en día, es indudable que el multiculturalismo es una realidad.

Nuestra sociedad está en constante cambio y evolución, y aquello que se aleja de lo tradicionalmente aceptado o consensuado no siempre es bien aceptado. Al fin y al cabo, somos humanos, y como tales, lo desconocido nos da miedo. Quizás sea esa necesidad intrínseca nuestra de aferrarnos a nuestra identidad la que no lleva a infravalorar aquellas culturas que no compartimos e intentar, cómo antiguos conquistadores, imponer nuestra verdad, nuestra cultura.

No creo que debamos tener miedo a lo desconocido, más bien deberíamos verlo como una oportunidad de ampliar nuestros conocimientos, de entender que hay otras tradiciones o valores más allá de las nuestras. Debemos partir de que el intercambio cultural es una riqueza y no una amenaza.

Para que la convivencia entre personas de culturas diferentes en condiciones de influencia paritaria sea fuente de riqueza, debemos fomentar en nuestra comunidad la participación, solidaridad, tolerancia, justicia y convivencia entre culturas. Partir de nosotros mismos, como individuos, la semilla de la tolerancia, valorando y estimando aquello que nos es ajeno, sin juzgarlo desde nuestra siempre subjetiva prisma.

Aunque el primer paso para una convivencia civilizada entre distintas culturas empieza en razón de cada individuo, la escuela tiene un importante papel que desempeñar en este cambio y revolución. La teoría que muestra la escuela debe pasar a la práctica en su propio barrio y comunidad. Una importante apoyo de estas iniciativas las encontramos en las comunidades educativas y en la educación dialógica, que desde el respeto y la tolerancia, se apoyan y ayudan la escuela y la comunidad entre sí para realizar la revolución social tan necesaria.

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